La
convivencia escolar es clave para que nuestros alumnos desarrollen sus
habilidades de socialización de manera positiva. Un maestro que construye la
convivencia a partir de su acción personal es el modelo de los vínculos que se
establecerán en el día a día. Jesús Beltrán (2009) señala que cada vez se va
destacando más en los programas de formación del profesorado – el factor de lo
que se llamaría carácter o personalidad. Un docente debe caracterizarse por el
optimismo pedagógico, donde el profesor
es capaz de definir las situaciones problemáticas, calcular las dificultades
existentes y tener el poder y convencimiento de transformación de la intervención
educativa.
Qué
duda cabe, cuando un profesor cree realmente en algo, lo transmite, y lo vive
en su clase, comunica ese mismo entusiasmo a sus alumnos. Un profesor que se conoce, que posee control
emocional, que es empático construye vínculos positivos con cada uno de sus
alumnos y con el grupo en general.
Entonces,
el compromiso está dado. Los maestros somos modelos a seguir y nuestro
compromiso ineludible es ser cada vez mejores personas.
“Crear una utopía distinta,
la utopía contraria, una nueva utopía de la vida, donde sea cierto el amor y la
felicidad, como una segunda oportunidad sobre la tierra y esa es la fuerza de
la educación”. Gabriel
García Márquez
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