Un
maestro apasionado es un maestro comprometido. Los maestros comprometidos
educan, no solo enseñan. Asumen el proceso de aprendizaje de sus alumnos con un
enfoque centrado en la persona. Por ello, invito a cada uno de los docentes
interesados en esta maravillosa labor a preguntarse en primer orden ¿quién
aprende? y en segundo orden ¿qué enseño?
Necesitamos
cambiar el paradigma de nuestro trabajo, necesitamos pasar del que al quien.
Los docentes pasan mucho tiempo buscando respuestas sobre qué contenidos, qué competencias
o capacidades enseñar, que materiales usar, qué herramientas aplicar para evaluar.
Y esta mirada nos hace almacenar muchas respuestas, muchos documentos, muchos
recursos y nos convertimos en grandes “enseñantes” (lo cual está bien porque es
nuestra especialidad). Pero nuestra vocación va primero, nuestro compromiso
está por delante.
Desde
mi primera experiencia docente, hace casi treinta años, aprendí que habían dos
tipos de maestros: los comprometidos y los no comprometidos. Aquellos que les
interesaban sus alumnos y aquellos que mostraban más interés en sus papeles, sus procesos y sus tiempos. Constaté también
una coincidencia, los primeros eran quienes estaban interesados en
profesionalizarse, en hacer de nuestra carrera la mejor carrera, en surgir como
educadores. Los otros estaban buscando el terminar el día, ocuparse de otros
intereses y otras actividades.Nuestras escuelas necesitan más educadores y menos “enseñantes”. Entonces si eres un maestro comprometido sé que pondrás por delante a la persona, a tu alumno, al niño o niña o joven.
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